Ciudad dormida
La noche era profunda, la niebla caía sobre la ciudad. El frío era cruel, penetraba en los huesos y el silencio resonaba atroz en las calles vacías. Una sombra deambulaba, silenciosa y lenta. Su rostro era una mascara de sangre y expresión vacía. En su mano un cuchillo ensangrentado y sus pies descalzos. La ropa estaba manchada de densa sangre. Entre sus dedos, enredado el pelo, sostenía la decapitada cabeza de una mujer. La expresión de agonía y la mandíbula desencajada reflejaban el sufrimiento antes de su final... Las cuencas vacías eran un par de pozos oscuros y la sangre apenas dejaba entrever el color de su tez. Aún fresca, goteaba por el cuello lo que una vez era la fuente de su vida... roja y brillante se derramaba por las frías calles de esta ciudad dormida.