Amor más allá de la muerte -Capitulo 2; Transformación
Mariam cerró los ojos, tomo todo el aire que pudo y cuando los volvio abrir...él seguía allí.
Contemplándola fijamente, parecía una estatua de mármol, un ángel caido del cielo, sacado de sus peores sueños. Un demonio con apariencia angelical, alguien que pondría fin a su vida.
Intento apartar todos aquellos pensamientos de su mente, pero le era imposible, porque ahí estaba él, repitiendo cada pensamiento que causaba su presencia.
Él se hizo un corte en la muñeca con un objeto punzante que se saco del bolsillo.
-No, por favor...no...-pidió por su vida.
Mariam apartó la cabeza de forma torpe al tener la muñeca tan cerca de su boca, pero él la obligo a beber.
Al principio se le hizo repulsivo, pero con cada trago de sangre que probaba, más quería. Tenía un sabor adictivo, algo dulce, pero a la vez salada. Nunca antes había probado algo así de delicioso.
Mariam pensó que era demasiado bueno para ser de este mundo, pero pronto recobró la cordura.
Él había quitado su muñeca, obligando a Mariam a volver de sus pensamientos.
Cuando, ella, se dio cuenta de lo que había sucedido, quiso chillar, salir de aquel lugar, pero en cuanto intento moverse algo helado traspaso su pecho.
La daga con la que el extraño hombre había cortado su muñeca, había atravesado el corazón de Mariam, privándola de aquello por lo que suplicaba...su vida.
El hombre salió de la habitación cerrando, tras de sí, la puerta.
Pasaron un par de horas, el cuerpo inerte de Mariam permanecía tendido en la cama. El silencio en la habitación era sepulcral, nada más podía oírse el gorgoteo de las gotas de lluvia al caer al suelo.
Una tenue luz iluminaba el rostro pálido, y la mirada vacía, de Mariam.
De pronto un grito desgarrador inundo la habitación. Mariam escapo de las frías garras de la muerte, su respiración era acelerada, miró la habitación...Se hallaba sola, pero ella recordaba no estarlo...todo en su memoria le daba vueltas, continuamente le asaltaban imágenes que no recordaba, imágenes que no tenían sentido.
-¿Hola? ¿Hay alguien?-Se atrevió a preguntar.
-¿Hola? ¿Hay alguien?-Se atrevió a preguntar.
Su voz sonaba suave, dulce... no era la voz que ella recordaba tener.
Se levantó de la cama en la que se encontraba, se miró las manos, se sentía extraña.
Se levantó de la cama en la que se encontraba, se miró las manos, se sentía extraña.
Busco un espejo por la habitación, lo encontró colgando en una pared. Al mirar el reflejo que le devolvía el espejo, creía ver a otra persona...era ella, sí, eran sus rasgos, pero esta era mucho más perfecta...más bella.
Se llevó las manos a la cara, su tacto era frío, su color era pálido, sus ojos eran rojos...
El sonido de la puerta al abrirse sacó a Mariam de sus pensamientos.
-¿Como te sientes, ahora?-Le dijo el hombre al pie de la puerta.
-¿C-Como?-Tartamudeo Mariam asustada, entonces todo cobró sentido. Todas aquellas imágenes se ordenaron empezando a crear un recuerdo.
No pudo evitar gritar, pero una escena escalofriante corto su grito.
Ella había muerto en la cama, desangrada, la había apuñalado...pero...¿Cómo era posible?
Mariam se llevó las manos al pecho, la había apuñalado.
Se abalanzo sobre el hombre, golpeándolo con todas sus fuerzas, pero era inútil, la cogió por los brazos y la sujeto con fuerza.
-¡¿Qué me has hecho?! ¡Eres un monstruo!-Le chillo, pero el semblante de él cambio.
En sus ojos un destello de odio ilumino su rostro.
-¡Escúchame bien y que te quede claro! ¡Soy yo quien ha puesto fin a tu sufrimiento, quien hizo caso a tus plegarias! Porque fui la única persona que te escucho...soy yo quien, tras escuchar tus deseos de muerte después de haber estado con uno y con otro, ha puesto fin a tu desdicha.
Estas palabras hicieron que Mariam se tranquilizara y recordara su vida...
Entonces... sintió las ganas de llorar, pero los ojos le escocían, no podía llorar.
Mariam retrocedió al notar que la fuerza con la que era cogida disminuía. Pensó que era un monstruo, que ella debía haber muerto.
-Ven conmigo...Tu vida ha terminado en esa cama...empieza una nueva conmigo.
Mariam sintió la tentación de dejar aquella vida que tanto mal le había hecho, pero...
Aquel ser...era un demonio, un demonio con apariencia angelical.
Era el propio Lucifer personificado, temió por ella.
-...No...-Murmuró-.¡NO!
Mariam salio de la habitación lo más rápido que pudo. Corrió por las calles de la ciudad, sin mirar donde, corrió sin importarle el destino, sin mirar atrás.
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