Amor más allá de la muerte -Capitulo 5; Vitam et mortem
Nada más caer el sol tras el mar, Mariam camino despacio, sin mirar a donde. No se dirigía a ningún lado en concreto. Tuvo todo el día para pensar en las últimas horas de su vida y tras aceptar lo sucedido decidió levantar la mirada del suelo.
Ante ella se encontró el lugar del que había salido huyendo. Escucho a lo lejos el llanto de un bebé y recordó que ahí dentro había dejado a un niño huérfano.
Entro dentro de la casa, en el suelo seguía el cuerpo de aquella desconocida y en la cuna el bebé, que lloraba a pleno pulmón.
Lo cogió en brazos y lo meció con delicadeza, intentando calmar el llano, Mariam comenzó a cantar una canción de cuna y como no se la sabía completa continuo tarareando la melodía. La inocente criatura se tranquilizo hasta dejar de llorar.
Con leves susurros consiguió que se durmiera.
Mientras mecía al bebe, Mariam paseo por la estancia, mirando y analizando la situación. Había matado por matar a esa mujer a la cual no conocía de nada y que ningún mal le había causado.
Sin esfuerzo alguno consiguió privar de una madre a un hijo.
Mariam se detuvo y miro al bebe. Un gran pesar inundo su ser.
Paseó sus fríos dedos por el rostro de la inocente criatura y por un instante Mariam recordó un lapso de su vida... El día que dio a luz a un bebé muerto. Un bebé que nació antes de tiempo.
Se dijo a si misma que el mundo era un lugar grande y malévolo. Ella que en vida dio a luz un poco de muerte ahora, en su muerte, tiene entre sus brazos un poco de vida.
Se maldijo una y mil veces a ella, a su vida... a su creador y a Dios.
Envolvió al bebé entre unas mantas para darle calor, se dio cuenta de que no era un niño, sino una niña.
No podía dejar de sentirse devastada, desolada... perdida. Caminó y camino sin saber a donde y dejó esa casita humilde atrás.
En las calles de un pueblo, entre la niebla, se oían los pasos ligeros de alguien con prisas que se detuvieron delante de la puerta de una iglesia. La figura negra dejo a los pies de la puerta un pequeño bulto con una nota encima. Llamo a la puerta de madera, pudiendo oírse al otro lado la voz de una mujer que respondía con un ''ya voy, ya voy'' a la llamada.
Para cuando abrió la puerta ya no había nadie allí, y en el suelo un bebe. Lo cogió y leyó la nota que traía consigo >>CLAUDIA<<
Ante ella se encontró el lugar del que había salido huyendo. Escucho a lo lejos el llanto de un bebé y recordó que ahí dentro había dejado a un niño huérfano.
Entro dentro de la casa, en el suelo seguía el cuerpo de aquella desconocida y en la cuna el bebé, que lloraba a pleno pulmón.
Lo cogió en brazos y lo meció con delicadeza, intentando calmar el llano, Mariam comenzó a cantar una canción de cuna y como no se la sabía completa continuo tarareando la melodía. La inocente criatura se tranquilizo hasta dejar de llorar.
Con leves susurros consiguió que se durmiera.
Mientras mecía al bebe, Mariam paseo por la estancia, mirando y analizando la situación. Había matado por matar a esa mujer a la cual no conocía de nada y que ningún mal le había causado.
Sin esfuerzo alguno consiguió privar de una madre a un hijo.
Mariam se detuvo y miro al bebe. Un gran pesar inundo su ser.
Paseó sus fríos dedos por el rostro de la inocente criatura y por un instante Mariam recordó un lapso de su vida... El día que dio a luz a un bebé muerto. Un bebé que nació antes de tiempo.
Se dijo a si misma que el mundo era un lugar grande y malévolo. Ella que en vida dio a luz un poco de muerte ahora, en su muerte, tiene entre sus brazos un poco de vida.
Se maldijo una y mil veces a ella, a su vida... a su creador y a Dios.
Envolvió al bebé entre unas mantas para darle calor, se dio cuenta de que no era un niño, sino una niña.
No podía dejar de sentirse devastada, desolada... perdida. Caminó y camino sin saber a donde y dejó esa casita humilde atrás.
En las calles de un pueblo, entre la niebla, se oían los pasos ligeros de alguien con prisas que se detuvieron delante de la puerta de una iglesia. La figura negra dejo a los pies de la puerta un pequeño bulto con una nota encima. Llamo a la puerta de madera, pudiendo oírse al otro lado la voz de una mujer que respondía con un ''ya voy, ya voy'' a la llamada.
Para cuando abrió la puerta ya no había nadie allí, y en el suelo un bebe. Lo cogió y leyó la nota que traía consigo >>CLAUDIA<<
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