Amor mas allá de la muerte -Capítulo 6; Sangre.
Amparada en la penumbra de la noche, Mariam acechaba a quien seria su cena.
Llevaba ya un par de horas observando como aquel borracho acosaba a las mujeres que se topaba a su paso.
Cuando este se quedo solo, ella vio clara su oportunidad. Mariam cruzó la calle y con una sonrisa invito al borracho a que la siguiera y este cayó presa del encanto de la joven vampiresa.
La siguió por un callejón oscuro en el cual Mariam lo esperaba como si realmente deseara tener la compañía del hombre.
Ella lo empujo con suavidad contra la pared, acercó su cara a la del borracho y con una sonrisa picarona, sin apartar los ojos de su victima, deslizó su mano hasta los genitales del hombre.
El pobre incauto no se dio cuenta de lo que se le echaba encima y le correspondió con una sonrisa de complacencia.
Mariam apretó con tanta fuerza las partes del borracho, que este grito pero ya era tarde. Juntó su boca con la de él y de un mordisco le arrancó la lengua. Los gritos quedaron ahogados a causa de la sangre que manaba a borbollón por la boca y ella bebió. Bebió como si de una fuente se tratase, bebió hasta calmar su sed.
Apartó el cuerpo moribundo de aquel hombre dejándolo tirado en el suelo.
Se fue silenciosa de allí, con el vestido manchado de sangre y con paso ligero.
Aunque la noche le había dado la oportunidad de cazar a su primera víctima y de estar saciada por esa noche, quiso el sino darle otra.
Pasó al lado de ella un carruaje que se detuvo un poco mas adelante de ella. Por la ventanilla se asomo un hombre viejo pero con ropas algo caras.
-Estas no son horas de que una señorita decente vaya por las calles y más aún sin compañía masculina que os pueda proteger en estos tiempos que corren tan peligrosos.- Le dijo sonriendole a Mariam.
-¿Quien os dijo que yo sea una señorita decente? - Le devolvió la sonrisa.
-Estáis manchada de sangre ¿Estáis herida?
-No, cariño. Fue un cliente que se paso con la fuerza de sus caricias. -Guiño un ojo y se mordió el labio inferior. Esto hizo que el hombre del carruaje se excitara y la invito a subir al carruaje.
Subió con tranquilidad y una vez dentro le dijo que necesitaba descansar. Él intento mantener una conversación algo subida de tono y Mariam le seguía la corriente.
Al llegar a la mansión se encerraron en una habitación.
-Querido... vamos hacer mucho ruido- Le dijo con una sonrisa traviesa Mary.
Y solo basto oir eso para que el hombre dijera a todos sus sirvientes que no entraran a molestar.
Tras cerrar la puerta Mariam se abalanzó sobre él y le araño la garganta, de donde brotó un hilo de sangre brillante.
Los ojos de Mary brillaron de manera siniestra y adquirieron un tono rojizo tierra.
El varón se asusto e intento salir de allí, pero era tarde.
-Os dije que haríamos mucho ruido.- Al sonreír de manera amplia, dejo ver sus largos y brillantes colmillos.
Al otro lado de la puerta, se escuchaban gritos y ruidos de muebles.
-El señor se lo esta pasando bien.
-Mejor que nunca diría yo.-Comento una sirvienta.
-Mejor que nunca diría yo.-Comento una sirvienta.
-Algún día esas fulanas le traerán problemas al señor.
Dentro del dormitorio todo estaba tirado. Mariam había jugado y tirado de un lado a otro al hombre como si de un muñeco de trapo se tratara. La sangre salpicaba por las paredes. No tenía sed. Solo quería vengarse por todos los hombres que alguna vez se habían pasado con ella.
Lo levanto del suelo por el cuello mientras este gemía cual niño asustado.
Una mano fuerte y masculina cogió la muñeca de Mary. Al girar el rostro se encontró con un par de ojos cobrizos clavados en ella.
-Deja de jugar. - Y acto seguido le partió el cuello al viejo, dejándolo tirado en el suelo con el rostro mirando el suelo y el pecho hacia arriba. La sangre cubría las ropas suntuosas del hombre y la habitación era un caos.
La tomó por la cintura y la obligó a salir por la ventana.
La tomó por la cintura y la obligó a salir por la ventana.
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