Pesadilla

Se encontraba en la cocina hablando por el móvil con su madre, aquella noche no tenia ganas de salir. Era viernes y todos sus amigos iban a salir de tascas pero ella estaba demasiado cansada para salir y por esa noche estaría bien tomar un descanso.
-Si, mamá. Que no... Vale... ¡Mamá! ¿De que sirve que este viviendo sola si cada día me llamas para ver lo que he hecho? Estaré bien, no... estaré perfectamente genial, así que deja de preocuparte tanto por mi, por favor. Bueno de dejo ya que estoy cansada, ha sido un día duro hoy en la universidad. Un beso...
Colgó el móvil y comenzó a recoger la mesa.
Aquel fin de semana se quedaría sola ya que su compañera de piso se había ido a dormir a casa de su novio.
Mientras dejaba las cosas en el fregadero una sartén cayo al suelo. Miro a su izquierda y con el corazón en la garganta miro hacia la sartén. Se había caído de la cocina sin que nadie la tocase.
Ella se acerco y cogió entre sus manos la sartén y un escalofrío atravesó su cuerpo.
>>Que raro... Bueno, no es nada... no te ralles, Carla<< pensó para si misma.
Dejo la sartén en la encimera y se giro para irse de la cocina. Brevemente vio una sombra, una mancha oscura, que cruzaba el pasillo y desaparecía.
Carla se paralizó, fue tan rápido lo que vio que dudo de si misma.
>>Estoy demasiado cansada, eso es. Que tonta, imposible que sea alguien.<< se dijo para tranquilizarse.
Apago la luz de la cocina y se dirigió a la entrada del piso. Comprobó que había cerrado bien con llave y luego fue a lavarse los dientes.

Cogió la manta de su habitación y se la llevó al salón. El piso era frío, no había manera de calentarse y la calefacción se había averiado.
Puso una película que echaban en la televisión y se acurrucó en el sofá. Poco a poco fue quedándose adormilada.
Cuando estaba apunto de dormirse escucha un sonido metálico que provenía de la cocina. Se incorporó de un salto.
>>He cerrado con llave, estoy segura. Tal vez haya vuelto Virginia...<<
-¿Virginia? -Tartamudeo. Se acercó al pasillo y pudo ver que la luz de la cocina estaba encendida. -¿Virginia, eres tú? En serio, contesta que esto no tiene gracia.
Caminó lentamente por el pasillo acercándose a la cocina. Al llegar se asomó con precaución pero allí no había nada salvo la sartén de antes tirada en el suelo.

Carla empezó a reírse con nerviosismo.
-¡Que tonta soy! -Dijo en voz alta mientras recogía la sartén y la dejaba dentro del fregadero. Cerró la ventana que había abierta y culpo al viento tan fuerte que soplaba en la calle, apagó las luces y se acostó de nuevo en el sofá.
Le costaba mucho dormirse esa noche, las puertas y las persianas de todo el piso eran sacudidas con cierta violencia por el viento.
Puso el sonido de la televisión bastante fuerte para acallar el resto de ruidos inquietantes del piso y así intentar dormirse.  Apoyo la cabeza en el reposa brazos del sofá y se tapó todo el cuerpo con la manta y dejo solo al descubierto los ojos y el resto de la cabeza, dejando el pelo colgando por fuera del sofá.
Se hizo una pequeña bola al encogerse y se durmió.

Estaba inquieta, no tenía cara de estar teniendo un buen sueño. El salón empezó a enfriarse mas de lo normal y un tirón fuerte de pelos despertó a Carla de su maldescansar.
Se incorporó gritando de un salto y se pegó al extremo contrario del sofá, encogida y asustada.
El corazón se le iba a salir del pecho y estaba tan asustada que creía que iba a vomitar.
>>¿Qué fue eso? ¿Que es lo que me tiró? << Respiraba agitada.
De pronto un olor a carne podrida llenó la habitación y todo comenzó a temblar.
El sofá en el que se encontraba se sacudía como si un terremoto lo moviese.
Los cuadros del salón salieron disparados de su sitio.
Todo era caótico. Carla se cubrió la cabeza y empezó a llorar. Con cada ruido mas fuerte que el otro arrancaba un grito de terror de la muchacha. Una fuerza invisible sentía que la acechaba y acosaba. La manta salió volando del sofá y esto hizo que terminara de asustarse si ya no lo estaba antes.
Se levanto del sofá y fue corriendo a salir de allí pero las puertas se cerraron violentamente y golpearon a Carla, dejándola inconsciente en el suelo.

El sol brillaba con energía y el ruido de los coches en la calle despertaron a Carla. Estaba acostada en el sofá y la luz le daba en los ojos. Miró a su alrededor, todo estaba en su sitio, tranquilo.
Llamaron al timbre y fue a contestar.
-¿Quien es? ¡Oh, perdona Marta, me había olvidado ¿Tan tarde es? Ya bajo!
Se vistió con prisas y salió disparada del piso, bajó corriendo las escaleras y se reunió con su amiga.
-¿Tia, que te ha pasado?- le dijo señalándole la frente.
Carla se miró en el reflejo de la portería y pudo ver como un gran chichón, morado, cubría parte de su frente.

Palideció al recordar su pesadilla y pensar que no fue solo una horrible pesadilla.

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