"De nadie seré, solo de ti, hasta que mis huesos se vuelvan cenizas y mi corazón dejé de latir" Pablo Neruda
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Las promesas que se hacen con el corazón no desaparecen nunca, por más que tratemos de olvidarlas. Se quedan clavadas como un hierro candente cuando no podemos cumplirlas o simplemente nos son negadas su práctica.
''Cada vez que te veo no se como reaccionar. Las piernas me tiemblan, me olvido de caminar. Mi corazón palpita de manera acelerada y todo el mundo a mi alrededor se para. Escucho tu voz y no puedo respirar, se nubla mi vista y por un instante creo que me voy a desmayar. Me vuelvo tonta, no se hablar, me río por todo y el corazón en mi pecho va a estallar. No son mariposa, son ganas de vomitar. Se me pasa el hambre, el sueño y la tranquilidad. Me muero por verte y me da vergüenza que me veas. Es contradictorio, lo se. Pero contigo no tengo coherencia. Creo que estoy enamorada. ''
Soy toxica, soy auto-destructiva... soy el dulce veneno que retorcerá tu alma. Seré tu antídoto, seré como un elixir del que no querrás desprenderte. Lo siento pero no fue hecho para mi el amor. Golpearé tu mundo y romperé tu vida. Soy fuerte, tan fuerte como el Demonio... la maldad es parte de mi. Escoge, elije... es tu oportunidad. Sal corriendo, huye y escondete. En tus pensamientos más oscuros ahí estaré yo. En tus instintos mas salvajes seré quien te desgarre desde el interior. Silenciame, ignorame... pero no podrás, lo se. Se que no estas hecho para mi, nadie lo esta. Soy toxica, soy auto-destructiva... soy el dulce veneno que retorcerá tu alma. ¡Quedate a mi lado y sufre! ¡Despojate de tu humanidad! ¡Salvame del miedo! Ardamos en las llamas del caos y la agonía. ¿Dónde esta el cielo? Te equivocas de camino. ¡Vas de cabeza a mi infierno! Seré tu antí...
La noche era profunda, la niebla caía sobre la ciudad. El frío era cruel, penetraba en los huesos y el silencio resonaba atroz en las calles vacías. Una sombra deambulaba, silenciosa y lenta. Su rostro era una mascara de sangre y expresión vacía. En su mano un cuchillo ensangrentado y sus pies descalzos. La ropa estaba manchada de densa sangre. Entre sus dedos, enredado el pelo, sostenía la decapitada cabeza de una mujer. La expresión de agonía y la mandíbula desencajada reflejaban el sufrimiento antes de su final... Las cuencas vacías eran un par de pozos oscuros y la sangre apenas dejaba entrever el color de su tez. Aún fresca, goteaba por el cuello lo que una vez era la fuente de su vida... roja y brillante se derramaba por las frías calles de esta ciudad dormida.
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